lunes, 26 de agosto de 2013

Destino

Soy un claro seguidor del método científico y de la lógica. Como tal, intento llevarlos los 2 a todas las facetas de mi vida. Y ya hace un tiempo que aplicando esto, he llegado a una conclusión bastante incómoda para mi: el determinismo.

Para llegar a esta conclusión parto de dos axiomas:

  1. No hay nada mas allá de la materia y la energía. Aunque no me declaro ateo, sino agnóstico, este axioma niega, entre otras cosas, la existencia de ningún tipo de dios. Solo existe lo que la ciencia ha probado. Quizás es una visión limitada, pero no voy a creer en algo que nadie sabe lo que es y de lo que nadie ha tenido pruebas (como el alma o dios). Por lógica no puedo negar su existencia, pero a la hora de razonar no los puedo tomar en cuenta.
  2. Existen unas leyes generales de la física. Es decir, dado un experimento, este siempre se desarrollará de la misma manera ya que existe una ley que determina su resultado.


Tomando estas dos afirmaciones como ciertas, y teniendo en cuenta que la cantidad de materia-energía en el universo es finita, y que todos los seres vivos son solo química y corrientes eléctricas mi conclusión es que no existe el llamado libre albedrío. Ya que, tomando como ejemplo las decisiones humanas, serán solo producto del cálculo que nuestro cerebro haga con los estímulos que haya recibido. Y esos estímulos vienen de unas leyes físicas ya predichas.

Cualquier decisión que tomamos, que nosotros creemos que es al azar, en verdad no lo es. Obedece a unos factores. El cerebro es solo una máquina de calcular. Un ordenador superpotente. Nada más.

No me gusta usar la palabra destino. Para mi, tiene una connotación de misión ineludible que no es correcta. No se trata de que no puedas escapar a lo que está "predicho", sino que todos tus actos están 100% condicionados. No podemos elegir nada, al igual que cuando lanzas una piedra, esta no elige donde va a caer. Las leyes de la física determinan el lugar, y si pudiésemos lanzar otra piedra con TODAS las condiciones iguales, esta caería en exactamente el mismo lugar. Así, si nosotros tuviésemos que volver a tomar cualquier decisión en el mismo momento y con las mismas circunstancias, elegiríamos lo mismo. No hay otra manera.

Una vez llegada a esta conclusión desagradable, me viene una pregunta: ¿cómo vivir con esto? Juzgar a una persona por sus actos es como intentar juzgar al mar porque haya habido un maremoto. No tenía otra opción. Y ojo que no hablo de adivinar. No creo que nadie pueda pueda adivinar el futuro, por mucho que ya este determinado, mas que nada porque la cantidad de factores que intervienen es demasiado grande para poder calcularlo, pero esto no contradice lo anterior: que no podamos hacer los calculos no significa que no tenga una solución única.

Entonces, ¿cómo asumo yo esta determinación? Yo vivo con ella. Ignorándola, pero sin olvidarla. Así como muchos viven sabiendo que ellos viven cómodamente sabiendo que es a costa de que haya esclavos y niños trabajando en sus zapatillas (y en las mías también). Sabemos que eso pasa, pero mucha gente lo toma como inevitable (siempre habrá pobreza dicen). Yo me rebelo contra esta injusticia a mi manera, pero asumo que no hay libre albedrío, que está todo el pescado vendido, incluso mi forma de llevarlo.

Quizás el consuelo que me queda es que puedo decir que soy tan libre como el viento.

viernes, 2 de agosto de 2013

Blanco o negro

Dicen que la vida se va basa en elegir. Elijes unos estudios, eliges cosas para comprar, eliges salir con alguien, ... A mi me gustaría elegir no elegir.

Y es que uno de mis grandes quebraderos de cabeza es no poder renunciar a algo que me gusta en favor de algo que puede que me guste mas. Y es obvio que los gustos no son absolutos, dependen de tu ánimo en el instante de tiempo en el que estés. ¿Mar o interior? Yo crecí en la costa, y me encanta perderme mirando el horizonte infinito. Pero la mitad de mi sangre es castellana y la meseta ejerce una influencia fuerte en mi. El paisaje (mas feo en principio) para mi tiene una belleza especial. Tal es mi dilema que si pudiese elegir una ciudad en la que vivir no sabría que decir.

¿Alegría o tristeza? Me considero una persona alegre en el trato. Pero en el fondo la mayoría de las veces la tristeza me invade. De puertas para adentro, me siento demasiado cómodo en la figura del sufridor incomprendido. Las canciones que mas me gustan son las tristes, las que tienen un mensaje de adiós o trágico. Pero también de cara a los demás procuro estar siempre alegre, ya que la vida es jodida para y, por propia experiencia, se el poder que puede tener en los demás una sonrisa y un gesto amable.

¿Mente o cuerpo?  Soy una persona que le da muchas vueltas a la cabeza, no puedo evitarlo. Pero sin embargo, a la hora de tomar algunas decisiones trascendentales soy de poco reflexionar. Pero siempre tengo la maldición de no tener un botón de OFF en la cabeza que pueda desconectar de vez en cuando. Me resulta muy complicado desconectar de los problemas y disfrutar.

Se me ocurren mil dicotomías más, pero me estoy dando cuenta de que tiene poco sentido al final. Al final me he dado cuenta de que no tiene sentido preguntarme elecciones futuras mas que como ejercicio intelectual. Por mucho que me gustara poder decidirlo ahora y añadir un poco de coherencia en mi forma de ser, se que llegado el momento eso que he decidido no va a servir para nada. Tengo un largo historial de experiencias de este tipo: decidir algo y después a la hora de llevarlo a cabo no hacerlo. Pero bueno, es ley de vida. No se puede negar los instintos; ni qu,e al fin y al cabo, con el tiempo nuestro sistema de valores cambia porque nosotros cambiamos. Ni soy la misma persona que cuando empecé a escribir esto, ni tú, lector, eres la misma que cuando empezaste a leer esto.