viernes, 17 de mayo de 2019

La rabia y el orgullo


Soy de clase obrera. Soy un asalariado, un trabajador que recibe un sueldo a cambio de vender mi fuerza de trabajo a un empresario. Soy consciente de que por mi forma de ser y por mi ideología, toda mi vida seré lo que soy, con mayor o menor éxito.

Y estoy muy enfadado. Estoy muy enfadado porque veo que cala un mensaje neoliberal en la sociedad. Un mensaje que culpabiliza a la clase trabajadora de la miseria en la que vivimos. Un mensaje que nos dice que somos improductivos, que cobramos lo que nos merecemos o incluso más, que, como buenos pícaros, buscamos cualquier excusa para saltarnos el trabajo. Titulares hablando de los días que le cuesta al año al empresario que bajemos a fumar o que tomamos cafés, de cómo los empleados públicos están más días de baja que los privados, buscando un enfrentamiento entre nuestras miserias. Titulares que nos venden que no queremos trabajos estables, que no queremos tener hijos, ni comprar piso. Mi realidad y la que veo a mi alrededor es la de trabajadores que tienen que salir de su ciudad porque no hay trabajo, de trabajadores que tienen que irse a vivir al extrarradio, porque el centro de las ciudades se reserva al turismo. Se impone un modelo económico que nos precariza y nos expulsa de nuestras casas y de nuestros barrios.
Se impone un modelo porque están consiguiendo que lo veamos con buenos ojos, que les demos la razón. Porque están vendiendo este modelo, pero nosotros lo estamos comprando también. Años investigando en publicidad para vendernos productos no se va a usar para vender algo mucho más importante, claro que no. Cada vez que un compañero dice que es el mejor de los mundos posibles, o que la culpa de todo la tienen los inmigrantes, o los progres, o los funcionarios, o los trabajadores, que son unos vagos; triunfa su modelo.

Escribo estas líneas con la rabia de ver a amigos, a compañeros, transformarse en sus aliados, convertirse en sus voceros y adoptar su mensaje. Porque el discurso vende. Porque quien paga manda y quien cobra obedece y todos sabemos quién paga a los grandes medios de comunicación y, por tanto, a qué intereses defienden. Porque por mucho que se quieran recubrir de una pátina izquierdista, que sean progresistas a mas no poder, sus amos son sus amos y no van a morder la mano que les da de comer. Y hay otra cosa que hay que tener meridianamente clara: los ricos son ricos por ser ladrones. Ya sea explotando a sus trabajadores, evadiendo impuestos o haciendo ingeniería fiscal, o manteniéndonos dependientes de sus productos, los ricos están ahí porque se aprovechan del sistema para subir pisando cuellos. Nadie se ha hecho nunca y en la historia rico respetando los Derechos Humanos, pagando sueldos dignos, pagando los impuestos que les corresponden, NADIE.
Y ninguna de estas personas va a abogar directamente por abolir dejar de ser rico. No estoy diciendo que sean sádicos y psicópatas que quieran lo peor para nosotros, estoy diciendo que son egoístas, es cualidad les ha llevado a su fortuna, y, por tanto, no van a ceder su fortuna en ayudarnos. Pueden hacer caridad, pero la caridad no es justicia. La caridad se ejerce de arriba abajo.
Por tanto, estas personas, egoístas, no van a permitir alegremente la redistribución de la riqueza. Va en contra de su filosofía. Usaran toda su influencia para apuntalar su posición dominante en la sociedad. Porque alguien que de verdad le importa la sociedad, si tiene una idea, una buena idea que sea útil y mejore las condiciones materiales de la gente, no se intenta enriquecer a costa de ella, tampoco digo que la regale, pero una cosa es vivir dignamente y otra enriquecerse. Los ricos, con sus buenas ideas, priorizan enriquecerse a costa de ellas. Porque no nos confundamos: el objetivo de Bayer no es curarnos, sino ganar dinero; el objetivo de Zara no es proporcionarnos ropa, es ganar dinero y el objetivo de La Sexta no es informarnos, es ganar dinero.
Y sus intereses son contrapuestos. Las grandes empresas y las personas que las sirven buscan la productividad, la rentabilidad, reducir costes y aumentar beneficios. Y eso choca directamente con nuestros intereses de una vida digna y estable. Porque yo no quiero ganar 5000 euros al mes, no quiero vivir sin dar palo al agua en chalets lujosos, porque soy consciente de que en ese caso estaría viviendo a costa del trabajo de otros, explotando a otros para que me paguen mis caprichos y por ahí no paso.

Seamos conscientes, seamos solidarios y seamos dignos. Tengamos claro quién es nuestro compañero y quien es nuestro enemigo. Tengamos claro a quien sirven los medios de comunicación, tengamos claro el coste del lujo. Y seamos conscientes que no existe el modo perfecto de vivir, pero lo que no podemos hacer es dejar que nos engañen y nos compren, dejar que exploten a nuestros compañeros, no solo los vecinos de al lado sino los que están en la otra punta del mundo y que nosotros les bailemos el agua. Somos incoherentes, seguro. El mundo es demasiado complejo, pero no podemos comprarles el discurso, culpabilizarnos y exculparlos a ellos. Mi miseria, mi inseguridad laboral, mis dos horas de metro diarias, mis depresiones; todo eso es su riqueza.

viernes, 3 de mayo de 2019

Sobre las empresas de patinetes y el solucionismo tecnológico.


El otro día bajaba de metro en la parada de metro y me fije en un chaval que cogía en la parada de metro un patinete de alquiler. Yo seguí andando hasta casa y cuando estaba llegando vi a ese mismo chico que dejaba el patinete al lado de mi casa. El chico había cogido el patinete para hacer un trayecto de 500m y había tardado lo mismo que tardé yo andado. El tiempo que tardó en activarlo el trayecto y desactivarlo fue lo que aproximadamente lo que tarde yo en llegar andando (unos 5 minutos).

Y es que estas empresas se venden como una solución a la contaminación y los atascos de las ciudades (voy a centrarme en una de las importantes):
“LimeBike tiene como objetivo ofrecer una solución sustentable para el problema del transporte de puerta a puerta, que ayude a las personas a moverse en sus ciudades de una manera accesible y conveniente, al mismo tiempo que eliminan su huella de carbono. Estamos aquí para ayudar a las futuras generaciones a cambiar sus conductas, para que salvemos este planeta juntos.” (https://www.li.me/es/about-us)
Sin embargo, los datos no dicen exactamente lo mismo. Según los informes de esta empresa, el trayecto medio de cada viaje es de 1,7 km (26.000.000 viajes y 28.000.000 millas según el informe anual de 2018 https://www.li.me/hubfs/Lime_Year-End%20Report_2018.pdf). Son trayectos cortos que andando pueden llevar unos 20 minutos. No conozco a nadie que coja el coche para hacer este tipo de trayectos, sinceramente. Te venden que están reduciendo la contaminación cuando la realidad es otra. La realidad es que, independientemente de la carga de batería que tengan, cada noche se recogen todos los patinetes, se recargan y se vuelven a poner en la calle, ya sea mediante empresas de logística o los llamados juicers, nuevo invento de la mal llamada economía colaborativa que se integra por particulares que hacen este trabajo por unos 5 euros por patinete recogido, cargado en su propia casa y vuelto a poner en la calle (mas info en el siguiente artículo https://www.eldiario.es/madrid/cuadrilla-nocturna-patinetes-Madrid-chavales_0_824167832.html)

Por tanto, no solo parece que no reduce contaminación, sino que además puede incluso generar en forma de gasto en el consumo eléctrico para cargarlos y de las furgonetas que se usan para recogerlos y volverlos a dejar cada noche. Y es aquí donde enlazo este problema con el ‘solucionismo tecnológico’.

Evgeny Morozov, escritor e investigador, define en su libro el solucionismo tecnológico como la ideología con una ‘voluntad de mejorar’ que “es de visión acotada y su interés por la actividad que pretende mejorar es superficial” (‘La locura del solucionismo tecnológico’ Evgeny Morozov). Morozov pone como ejemplo una aplicación enfocada a reducir la cantidad de residuos que se generan que consta en una cámara acoplada a la tapa del contenedor de la basura que hace capturas de toda la basura para después analizarla y después, conectado con FB, darte una puntuación. Si queréis mas información, este es el proyecto https://www.postscapes.com/trash-can-recycling-monitor-bincam/. El peligro que le veo al solucionismo en ambos casos es que se proponen soluciones tecnológicas fáciles sin ponerse a pensar en las implicaciones que tienen. Ya sea des el punto de vista ético o conductual, este tipo de soluciones no van a la raíz del problema sino que buscan una solución rápida y simple a un problema que es complejo y cuya solución requiere mucho más análisis.

Por eso estoy en contra del solucionismo tecnológico y, por ende, de los patinetes. Porque en vez de analizar las múltiples causas del exceso de coches en las ciudades, de contaminación, o de cualquier otro problema, se busca una solución que a menudo no soluciona el problema sino que lo agudiza.

Para mas info sobre los patinetes, este artículo también lo explica https://www.eldiario.es/ballenablanca/365_dias/emisiones-emitidas-patinetes-electricos-Lime_0_835016654.html.