lunes, 22 de abril de 2013

Con te partiro

¿Qué fue de mis sueños de grandeza? ¿De mis ganas de viajar y conocer mundo? Quizás al hacerte mayor se se diluyen, se esfuman en el aire como el humo de un cigarrillo. Lo  sustituyen cosas mas mundanas, te conformas con ir en vacaciones a un lugar y pasar 15 días perdiendo el tiempo antes de volver al ajetreo, a la rutina constante que nos ahoga.

Esperamos a que un día, mágicamente, aparezca alguien que nos saque de nuestra pasividad y nos lleve a vivir aventuras, que un día encontremos a alguien que le de una bofetada a nuestro abatimiento y partir hacía tierras extrañas, Roma, Grecia, América, lugares donde poder soñar despiertos, conocer la belleza de lugares ocultos para los cobardes. Y mientras nos deprimimos y nos hundimos en la tristeza constante de una vida vacía. Y quizás al final nos valga con unos días de relax.

Pasan días, meses, años y todo sigue igual: la misma gente, la misma rutina y unos sueños cada vez más conformistas. Pero la esperanza es lo último que se pierde y seguimos esperando, sin darnos cuenta que quizás esa persona hace lo mismo; esperar a que le saques a bailar, a que te atrevas a conocerla, a besarla y a soñar, partir en barcos por mares que jamás conocería sin ti. Pero no hay valor, y en el fondo todos somos cobardes y nos asusta lo desconocido, aunque lo neguemos.

Pasan días, meses, años y nos apagamos. Nuestra energía, nuestra vitalidad se pierde y nos preguntamos que somos, en que consiste nuestra vida. ¿Vivimos para trabajar o trabajamos para vivir? ¿De verdad merece la pena? Una y otra vez las mismas preguntas. Siempre la misma mierda.

Llora en tu almohada por las oportunidades perdidas, llora porque cada segundo que pasa es un segundo menos de vida. Date asco, llámate cobarde y júrate que mañana es el primer día del resto de tu vida. Pero el resto es igual que lo anterior. Suma y sigue.

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