lunes, 11 de noviembre de 2013

Verdades y mentiras

Uno de los rasgos que mas odio de mi es, quizás, la necesidad que tengo de querer caer bien a los demás. Lo que puede parecer un don, esa buena impresión que puedo tener a primera vista, para mi es una maldición que oprime a mi forma de ser. Es un vicio, una adicción, tengo que ser simpático con todo el mundo, aunque realmente me sienta como el culo.

Ese rasgo de mi personalidad, que tampoco rechazo totalmente, es un arma de doble filo. Tiene el lado bueno que no me suele costar conectar con las personas, pero me hace esclavo de ello, me hace esclavo de evitar el desaire, de no poder decir que no, aunque conlleve hacer algo con lo que no estoy de acuerdo. Lo considero una necesidad patológica.

No es que sea un mentiroso compulsivo, ni un manipulador, (aunque creo que todo el mundo lo es un algún sentido) ya que no es que quiera usar a las personas parea mis propios fines egoístas; no o veo así. Simplemente es algo igual de dañino de las personas que necesitan vestir "bien", es decir de marca y a la última. También tengo esa necesidad de aparentar, aunque llevada a otro punto de mi vida. Quizás mi carencia de gusto estético, mi no necesidad de vestir "correctamente sea sea compensada con esa necesidad de aparentar ser comprensivo e intentar ayudar siempre. Ojo, no estoy diciendo que me importen una mierda los problemas de los de mi alrededor, solo digo que muchas veces mis inclinaciones van mas por caer en gracia que por ayudar. Y esa contradicción entre mi forma de pensar y mi carácter me causa muchos quebraderos de cabeza cuando para quedar bien hago cosas con las que estoy de acuerdo.

Si es cierto que miento, mas de lo que yo quisiera; incluso en este blog en el que teóricamente abro mi mente y tengo que decir lo que pienso, sufro mi autocensura y, mas que la mentira, la ocultación de los rasgos mas desagradables de mi forma de ser. Puede que sea porque lo que empezó como algo donde me desahogaba ha acabado siendo mas un diario donde expongo lo que siento y que varios conocidos leen. Puede que eso cause que me corte mucho a la hora de hablar, cosa que contradice el motivo de escribir. Pero la opción de escribir mas en privado no me atrae, en mi afán de caer bien también está la vertiente de sentirme reconocido cuando escribo algo acertado. El blog es mas una terapia para mi, para abrirme y no encerrarme en mis cosas y para subirme el ánimo viendo que la gente lo lee. Aunque ya lo dije y lo repito, cada vez me corta mas a la hora de escribir, por miedo a eso, a causar rechazo.

Soy esclavo además de otro sentimiento: es el miedo a la indiferencia. Y es que prefiero el odio a esta. Hay un viejo dicho que dice que hablen mal de mi, pero que hablen. Lo que surge aquí y lo que escribo en otros sitios vienen a representar ese deseo de notoriedad. Es el resultado de la lucha entre el miedo al rechazo y el miedo a ser ignorado. Todo lo que cuento son aquí son frutos de sentimientos verdaderos censurados, pero verdaderos al fin y al cabo. Aquí no miento, no cuento todo, pero lo poco que cuento es verdad.

Lo que me guardo de poner aquí son las cosas que posiblemente no salgan de mi. Son cosas que salen de mi mas profundo egoísmo, de mis vicios y mis caprichos. Son cosas de mi que me llevaré a mi tumba. Pero como he dicho antes no o cuento todo, no quiero hacerlo, ya que creo que si un ser humano cuenta todo de si mismo pierde su privacidad y con ella su identidad. Todo el mundo tenemos dos caras, el sol y la luna. El sol que representa la cara brillante, con sus manchas, pero brillante al fin y el cabo. Y la luna, lo oscuro. Lo que nos guardamos lo mas profundo y que muy pocas personas, o nadie, sabe de nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario